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miércoles, noviembre 08, 2006

La luz de sus ojos

Esto lo escribí hace mucho para Mayra Alejandra.

Tormenta atroz amenaza con destruir el aliento. La respiración se complica y se incrementa. El corazón late y la arritmia se apodera del pulso. Los movimientos no son coordinados y la incertidumbre invade los sentidos

La espera de una respuesta se hace cada vez más hiriente....

El delicado rocío de la mañana indica la languidez de dicha tormenta que previendo la fragilidad del día, abandonó al amanecer para quedar en el pasado

Rayos intensos de luz penetran la más tierna presencia de sus candorosos ojos iluminándolos hasta que los míos se pierden en el infinito brillo de su ser...

Vuelve la imberbe incertidumbre a controlar las emociones complicando aquella respuesta que mi ser pide a gritos

El torrente sanguíneo acelera las ganas de conocer la razón y mi voz se entrecorta mientras confieso al viento lo que siento. Sin embargo él no conserva el secreto y lo propaga a través de las fronteras revelando a don nadie la virtud del silencio y la fidelidad del corazón

No hace falta oír al canalla para develar el profundo sentimiento del alma. Solo hace falta tener voz y gritarlo al viento para que él se encargue de llevarlo a cada ventana que tenga la necesidad de oír el clamor del amor

Piel aterciopelada roza mis sentidos vertiendo la sencillez y la delicadeza en ellos conjugando exquisitos aromas y despertando sensaciones inimaginables que solo los seres celestiales suelen ofrecer

Manos suaves acarician la imagen impecable del recuerdo de un lindo rostro posando a la luz del sol. Dejando al descubierto la ternura de su perfecta tez que atrae la mirada de su mas fiel admirador....

Admirador de su luz. Admirador de la paz que transmiten sus ojos. Admirador de las ganas de amar que tiene

El cielo esta mas cerca de lo que creemos, observemos a fondo las ingenuas miradas que se aproximan, e interpretemos lo que dicen. Somos tan sordos que no solemos oír el sentimiento de una mirada. Somos tan ciegos que no miramos el suspiro de los corazones y tan descarados que no podemos observar la sonrisa del alma

Odín Isaac Herrera

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