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jueves, diciembre 21, 2006

Su Piel


Creo que una de las cosas más importantes en el sexo es la piel. Ciertamente este órgano que se extiende a lo largo del cuerpo tiene un papel fundamental en aquello de las caricias, el sabor y hasta el olor. Me he tomado la osadía de escribir este trozo de vida gracias a la inspiración que me produce una de las mujeres más divinas que jamás haya probado, y se trata de una de las mujeres que mas me levanta el libido y la testosterona.

Ella posee unos labios extremadamente ricos y pronunciados, yo diría bastante carnosos y dulces al tacto, lo cual le permiten demostrar lo que mejor saben hacer: Regalar besos inimaginables, simplemente espectaculares. Por cierto cuando hago mención a regalar no me refiero que bese a cualquiera. Sólo que considero que sus besos fueron un buen regalo para mi. Por otro lado no voy a contar nada de su torneado trasero, eso lo dejo para otro pedazo de vida :)..... Pues bien, esta señorita posee una piel verdaderamente divina y creo que se lo repetí en varias ocasiones mientras hacíamos en amor, no me cansaba de acariciarla y sentirla, provocaba pasarle suavemente la lengua por horas y horas. No se si puedan interpretar esto como un ritual animal y primitivo pero era lo que sentía.... Y es que aún recordándola puedo saborearla y lo disfruto al máximo. Ella tiene pasión en su piel, les juro que pueden sentirla, cuando la pruebas es un sentimiento exquisito que penetra tus sentidos y se queda arraigado ahí para siempre. Tiene fuego propio y no me refiero a su capacidad en la cama - que por razones morales no contaré aquí - lo tiene en su piel.

Si alguien algún día me pregunta como sabe la gloria realmente no se lo pudiera explicar sólo le diría que se como sabe, y sabe como la piel de...



Odín Isaac Herrera

Terapia Sexual pt 1

De nuevo al llegar a casa me esperaba con el acostumbrado ¿Dónde estabas? Una respuesta obvia para ella pero rutinaria para mi. ¿Pues dónde crees? respondí. Luego con mirada un tanto perdida observó al suelo y suplicó por la verdad. Yo a su vez, replicaba porque se dejara de preguntas necias y absurdas, puesto que ella sabía exactamente que venía del trabajo. Sin embargo la fémina en celo obstinada de la soledad hostíl de nuestra morada necesitaba atención inmediata y reclamaba a gritos que le prestara más atención y menos dedicación al trabajo. Lo cual inexorablemente refuté, ya que dependía nuestra estabilidad económica y social de ese empleo que tanta infelicidad le causaba, o mejor dicho, tanta soledad.

Constanza no comprendía mis palabras, solo se enfrascaba en seguir alimentando al fuego con frases y palabras molestas que solo provocaban ira y enojo en mí persona. En instantes convertimos nuestra sala tan acogedora en un centro de intercambio animal de insultos y agresiones. Mientras yo vociferaba mis razones del retardo ella se proponía aumentar el tono de voz de manera que se oyera sólo su descontento. Cuando hizo silencio por espacio de un segundo mientras brincaba de una oración a la otra, observé - con rabia e ira- detenidamente sus ojos.. y saz!!!..... allí estaba la verdad absoluta. La respuesta, la solución para poner fin a tan angustiado retorno a casa. Constanza gritaba no porque llegase tarde a casa, no porque no avisé, y menos porque trabaje mucho, no, no, no. Gritaba de deseo!...

Si, asi es!!! Gritaba porque quería que le hiciera el amor, gritaba porque quería que su hombre la tomara en sus brazos y la hiciera tan suya como la primera vez. O mejor aun, que le hiciera el amor con mucha más pasión y de manera brutal. Ella necesitaba ser deseada, tocada, ultrajada, obligada a callar frente a mí sucumbiendo ante mis besos. Ella quería ser tomada a la fuerza. Yo inocente de todo lo que leia en sus ojos, ignoraba esos deseos reprimidos de mi pedazo de cielo. Al digerir todos esos pensamientos en mi mente, me avalancé hacia ella, mientras continuaba en su reclamo parte III y sin perder un instante más le sujeté ambas manos con fuerza y la pegue a la pared. Ella me miro un poco confundida y cuando iba a pronunciar una palabra la besé con lujuria, como si nunca la hubiese besado y estuviese esperando ese momento por años. Intentó separarse de manera sutil como dando a conocer que no disfrutaba la ocasión. Pero sus ojos revelaban su júbilo y su convicción de mujer triunfadora puesto que advertía que su deseo estaba en puertas y a punto de consumarse. Sin chistar procedí a voltearla y quedo de espaldas a mí con el rostro hacia la pared, luego la sujeté por el cabello y firmemente levanté su cara y la volví hacia mí y continué besandola desenfrenadamente. Poco a poco me deslizaba por su delicioso cuello, de un lado hacia el otro, alternando mi lengua y piercing. Presionaba mi cuerpo sobre el suyo para que sintiera la virilidad de su hombre. Cuando menos se lo esperaba le mordí el cuello y coloqué sus brazos justo atrás de ella para maniatarla a mi antojo. Sentía que sus hormononas iban a estallar de placer.

En esos momentos comprendí que a la mujer le gusta de vez en cuando ser tratada a la fuerza, de forma brusca y con firmeza. Les encanta estar indefensas y ser dominadas ante aquel varón que las posea.

Bien, comencé a repartir mordiscos por toda su pecosa espalda, hasta llegar al fabuloso tobogan que definía el fin de ella y el comienzo de su prominente trasero. Allí me detuve a safar el cinturón que mantenía al inerme pantalón aun pegado a su anatomía. Es impresionante lo difícil que resulta quitar una estupida correa cuando el deseo te invade, llega a parecer el truco de magia más difícil para desaparecer unos jeans que impiden la continuación del ritual amoroso. Al fín pude desajustar el inutil cinturón y comencé a quitar ya más desesperado el pantalón que ocultaba, además de sus bellos "Cachetes", sus estilizadas piernas doradas por el sol de Lechería. Estaban mucho más suaves que cuando las dejé en la mañana, mucho más bellas. Al cabo de unos cuantos segundos de admirarlas, continué con mis pequeños pellizcos dentales, esta vez por sus cachetes posteriores, Era una terapia agresiva con letargos de ternura. Se definía como un acto puramente banal y delicioso. Mientras mordía ella gritaba con pasión, luego pasaba suavemente mi lengua de lado a lado sobre la pequeña parte afectada por el mordizco y gemía de placer. Al parecer los intervalos brutales conjugados con suavidad estaban dando resultados placenteros para mi pedacito de cielo. Todavía no comenzaba el verdadero festín y ya Constanza estaba hecha aguas, totalmente rendida a mis caricias, susurrando que no parara y que quería más y más. Yo por su puesto no iba a detenerme en semejante ocasión que además disfrutaba a cabalidad.

Es que me encanta la mujer desde la punta del cabello hasta la punta del pié, y por ello trato de involucrar todo su cuerpo mientras le hago el amor. Es como demostrar que toda su humanidad puede ser protagonista en el arte sexual. El pantalón caia al piso e intente levantar sus delicados piés para deshacernos de él por completo. noté que traia puesto un diminuto bikini que le quedaba mundial y que combinaba perfectamente con mi bigote, pues como eramos tal para cual acerqué mis labios a él y lo tomé con mi lengua. Lo hice a un lado e introduje la juguetona donde se encontraba el hilo. Mi Constanza quería acabar con las cortinas de la sala puesto que las sujetaba con desespero y parecía que iban a ceder para luego caer al piso. Gritó una y otra vez, y más y más, se balanceaba hacia adelante y hacia atrás para que pudiera penetrarla con la traviesa. Creo que el frío de mi piercing la hacía estremecer un poco más. Nunca había visto a mi esposa tan excitada, estaba a punto del extasis, su climax se acercaba y por ello se escucho por toda la casa: ¡Ya no aguanto más, házmelo, házmelo! Pero yo no cedí, era como una droga y quería verla mucho más desesperada, agitada y hasta con convulsiones.

De forma súbita dejó de tomar las cortinas y de espaldas a mi tomó mi cabeza y la introdujo más en sus adentros, presionándola hacia sí misma, continuando aún con su bamboleo de adelante hacia atrás. Casi no podía respirar, lo cual hacía rápido y a destiempo. ¡Pero que rico sabe mi pedacito de cielo! Sentía que degustaba el banquete de los dioses, era el manjar que necesitaba mi día, ese que pedía a gritos cuando salí del trabajo. Y poco me importaba si respiraba con dificultad, bien valía la pena morir asfixiado de esa forma y más con esa diosa llamada Constanza... Se escuchó el grito más impresionante de la noche, ella gritó y gemió a la vez, fué de extremo placer y mucha lujuria, pareció el grito de una mujer cuando es atravezada por un puñal que le quita el aliento y languidece desvaneciendose lentamente. ¡Fue morir y nacer!... Me levanté y abracé fuertemente a mi amada que aun continuaba de espaldas, la sujeté por su delgada cintura y la voltee de frente a mí, apartó su cabello liso negro con sus delicadas manos y lo colocó a los lados de sus orejas, me miró fijamente y suspiró. Yo le susurre que la batalla no había terminado y con mirada pícara se mordió los labios y los saboreó con la lengua en señal que estaría encantada de continuar con nuestro encuentro. Cuando me decidí a llevar las riendas de nuevo, ella me tomó por sorpresa y me puso donde ella se encontraba, esta vez me arrinconó cerca del buró y apartó todos los adornos de la mesita contigua. Lucía tan experta. tal vez tenía todo planeado y yo lo ignoraba. Ella si sabía quitar rapidamente una correa y con la misma velocidad los pantalones... Volvió a observarme con esa mirada tan exquisita de deseo... Wow me encanta esa mujer DIOOSSSSSSS... Mi "mejor amigo" estaba erguido esperando por sus dulces labios y su fogoza lengua. Su aliento acariciaba mi abdomen. Comenzó a darme algunos mordiscos semejantes a los que le dí hasta que finalmente se compenetró con mi estimado "amigo". Lo introdujo casi por completo en su boca e inició el verdadero festín que tanto anhelé esa noche. Que maravillosa estampa contemplaba mientras su cabello negro caia en mí como una cascada de río azabache. Esos destellos me hacían estremecer cada vez que los veia subir y bajar. De vez en cuando ella olvidaba a mi amigo y volvia su mirada hacia mí apartando su cabello para poder apreciarla. Ella sabía que tenía el control mientras estuviese ahi. Y yo no tenía problema que ella dominara la situación. Mi mejor amigo y yo estabamos felicies, que digo felices: ENCANTADOS de tan divina boca y no queríamos que se alejara de nosotros. El momento se estaba poniendo caliente, muy intenso por lo que decidí tomarla con ambas manos por el cabello y seguir el compás a dos tiempos que llevaba su cabeza. Inimaginable, rico, excelente. Esa mujer me hacía el amor con su boca y mira que bien lo hace. DIOOOOOOSSSS... Luego lo lamió como un helado y se lo pasó por sus pechos... Luego se fue subiendo lentamente rozando con fuerza su cuerpo sobre el mío. Me sentó con decisión sobre la mesita del rincón y se montó encima de mí, y con movimientos rápidos y desenfrenados comenzó el sube y baja de nuevo pero esta vez era su cuerpo entero. Lo disfrutaba pero no era el protagonista de lo brutal que leí en sus ojos a primeras horas, así que me levanté sin soltarla y menos sin despegarme de ella y la acoste en la misma mesita donde estaba sentado, y comencé mi protagonismo.... Continuará

Odín Isaac Herrera